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Diario de una exploradora en el Ártico

Tan solo 18.000 personas de todo el mundo se atrevieron a viajar al Ártico. Una de ellas, Tatiana Pospélova, cuenta su experiencia en la tierra de la aurora boreal.

¿Cómo viajar al polo Norte y qué se puede encontrar allí?

Tanya Pospélova
autora

Día 1. Múrmansk

La ciudad nos da la bienvenida con una estación un poco desagradable y precaria. El lugar carece de rampas y barandas, y todos llevan las maletas a cuestas. Últimamente a Múrmansk acuden los que quieren visitar la aldea de Teriberka, que se encuentra en las inmediaciones: aquí rodaron escenas de la polémica película Leviatán, de Andréi Zviáguintsev, nominada al Oscar el año pasado. Los lugareños están contentos con el creciente flujo de turistas, pero no con la imagen de la ciudad que da esta película.

Día 2. El rompehielos

Nuestro barco lleva el majestuoso nombre "50 años de la Victoria", en honor al 50º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Es uno de los diez rompehielos de clase Ártico que existen en Rusia. Uno de ellos fue el primero en atravesar las aguas del polo Norte. EE UU, Canadá y China también cuentan con rompehielos, pero los buques rusos son los únicos que emplean la energía atómica en esta región. Así que se podría afirmar que vamos al polo Norte en una estación atómica flotante.

Me pusieron en un camarote con una escritora inglesa que resultó ser extravagante y no parecía estar del todo preparada para un viaje de esta envergadura. Además, le gustaba el capitán del rompehielos. Me dijo que su futura novela se titularía Las aventuras de una degenerada mujer entrada en años y agregó: "Será un libro autobiográfico".
Asimismo, en el rompehielos viaja Felicity Aston, una investigadora británica. En 2012 se convirtió en la primera persona en cruzar el Antártico con esquíes. También organizó una expedición internacional para las mujeres al Polo Sur.

Día 3. Atravesando el mar de Barents

Primer día en el mar. Cada uno viaja a su modo. Apenas vemos a los marineros, solo de vez en cuando pasan corriendo de un lado para otro. Su mirada dice que saben de dónde vienen y adónde van.

Estamos a 72º latitud norte. Quedan unas 500 millas hasta la Tierra de Francisco José. Por la tarde vimos sorprendidos una bandada de gaviotas. ¿De dónde vendrían? ¿De Múrmansk o de la Tierra de Francisco José? En el horizonte pudimos observar algunos delfines.

Día 4. Tierra de Francisco José

Salí a cubierta y no podía creer lo que veía. ¡Había llegado el invierno! El termómetro sigue bajando y nuestro barco rompió los primeros hielos.

No nos habíamos repuesto de la emoción cuando nos anunciaron que a la izquierda podía verse al dueño del Ártico: el oso blanco. Todos los turistas se lanzaron a la cubierta. Este lindo animal, todo ensangrentado, se zampó un bebé foca que acababa de cazar. Se lo comía sin ninguna elegancia, despedazándolo. Esta quizá es la escena de terror más extraña que he visto nunca.

Día 5. Islas de la Tierra de Francisco José

Me despertó la estricta voz del capitán anunciando una manada de morsas frente a la nave. Eran las 4 de la mañana. Lentamente y con mucho cuidado nos íbamos abriendo paso por las infinitas islas de la Tierra de Francisco José. Las morsas no nos avistaron hasta que el enorme rompehielos no se acercó casi del todo a su témpano de hielo.




Después del mediodía tuve la oportunidad de hablar con el capital del buque, Dmitri Lóbusov.





Me contó que con nueve años ya quería ser marinero.





"Incluso en Navidad, mientras mis amigos se vestían de lobos, yo me disfrazaba de marinero", se ríe.







Día 6. Polo Norte: en "el techo del mundo"










Después de 2.333 kilómetros, hemos alcanzado "el techo del mundo", el Polo Norte, con las coordenadas 90º de latitud norte.


He leído bastantes diarios de investigadores del Ártico y ahora tengo remordimientos cuando pienso en las necesidades y malos ratos que pasaron los primeros en venir aquí.



Today, having covered a distance of 2,333 km, we reached "the roof of the world," the North Pole, at latitude 90 degrees north.












Sin embargo, lo único que yo tengo que hacer es resistir a los mareos.

Si me pidieran que dijera un día de mi vida en que fui absolutamente feliz, diría que fue el día que pasé en el Polo Norte.

Al final del trayecto hay que tirar una moneda al océano y se puede observar cómo centellea, alejándose en la profundidad del agua cristalina.



Parque El Ártico ruso

El nombre de Bahía Tranquila le viene por la expedición de Gueorgui Sedov, el primer descubridor ruso del Ártico.

Falleció en 1914, cuando tan solo había recorrido una décima parte en su marcha hacia el polo Norte.

Actualmente en este lugar se encuentra el parque El Ártico ruso. Esta estación rusa se inauguró en la década de 1930 y ahora la están restaurando.




Pero queda mucho por hacer todavía. Por ejemplo, tras el invierno, un oso blanco se encaprichó en quedarse en una de las casas de la vieja estación. No podía entender por qué tenía que abandonar la estación, al fin y al cabo, había sido el primero en acomodarse en ella.


En verano el parque ofrece un programa de voluntarios para todos aquellos que sueñan con algo más que conocer estas severas tierras.

Texto y fotos Tatyana Pospelova.
Editores Victoria Zavyalova, John Varoli and Alastair Gill
Diseño Victoria Zavyalova.
© 2015 Russia Beyond The Headlines.
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